jueves, 7 de abril de 2011

Comunicación, Poder y Revolución

Comunicación, Poder y Revolución*

Xavier Amorhak Ornelas Vázquez

Hay un principio por el que quisiera iniciar, y es el de que los medios de comunicación son un bien de lo común[1], y no una propiedad privada como nos lo ha querido hacer entender el discurso capitalista contemporáneo, el cual ha convertido en mercancía casi todas las áreas de nuestra vida. ¿A qué me refiero al decir que los medios de comunicación son un bien común? No tiene que ver con el control estatal de la vida económica y social de una política socialista. En ese sentido hay que reinventar el término de lo común desde las experiencias contemporáneas de los movimientos sociales, para sacarlo de las estigmatizaciones del pasado. La productividad de lo común surge de las prácticas sociales colectivas y es construida desde las luchas que vienen desde abajo. Considero que hay dos acontecimientos contemporáneos de lo común en los medios de comunicación, los cuales son: el suceso de las filtraciones de Wikileaks, y los acontecimientos de las multitudes en el norte de África y Medio Oriente. Se trata de eventos con una fuerza y consecuencias políticas inéditas, y que pusieron en una encrucijada al aparato de poder del Estado. Estos acontecimientos nos han dejado una lección crucial; que los medios de comunicación pueden ser tomados por las multitudes, y ser organizados desde ahí, ya no de manera hegemónica y vertical, sino contra-hegemónica y horizontal. Obvio estas formas de organización social son reprimidas por la dirigencia política del Estado en cuestión, como fue el caso de Mubarak en Egipto. Entonces nos encontramos en un nuevo escenario sociopolítico creado por las tecnologías de comunicación, que han fomentado cada vez más la autocomunicación de masas y la ciberdemocracia, en momentos en que la democracia representativa de los pueblos se encuentra erosionada o destruida. Al respecto México también pasa por éste escenario.

Un psicoanalista francés, Jacques Lacan, decía en la década de los 50´s en torno que: “lo no simbolizado reaparece en lo real”[2]. Lo que significa que algo que nunca entró en el sistema de la simbolización, hará su irrupción en lo real de manera radical, forzando un verdadero reordenamiento del mundo. Esto mismo si los trasladamos al terreno social, lo podemos ver precisamente en lo que es el fenómeno de las comunicaciones, cuando un poder intenta controlar totalmente los medios de comunicación, surge la sublevación para derrocar ese silencio. De ello que tendremos que ver las consecuencias de esa supuesta iniciativa ciudadana para la cobertura informativa de la violencia promovida por el duopolio televisivo. En cierta manera la carta abierta a políticos y criminales de Javier Sicilia es una manifestación de que el malestar del país no se resuelve con mordazas mediáticas. Y es que, desde que entramos a la era de la pantalla global, la relación poder-comunicación se ha hecho más fundamental. Como lo ha señalado Manuel Castells: “el poder se basa en el control de la comunicación y la información, ya sea el macro poder del estado y de los grupos de comunicación o el micropoder de todo tipo de organizaciones”[3].

El espacio de operación de este poder no es el territorio, sino el espacio virtual de la pantalla, que se ha diluido en dimensiones infinitas: televisión, computadoras portátiles y personales, los video juegos, el Internet, el teléfono móvil, cámaras y GPS. El imperio de la pantalla global es el de la: “pantalla omnipresente y multiforme, planetaria y multimediática”[4], que ha creado un universo unidimensional o un espacio-tiempo sin dimensión, que transforma al individuo hipermoderno en Homo pantalicus, e instaura en él una pantallocracia. Se trata de otro tipo de métodos de dominación más refinados, más astutos o más virtuales y menos identificables. Por lo tanto, estamos ante un tipo de poder que de manera diferenciada y contradictoria, puede condicionar y poner en peligro la democracia, la libertad de expresión, el acceso a la información, e incluso la salud de las personas. Jacques Derrida advertía de los “múltiples efectos espectrales” de este tipo de poder:

la nueva velocidad de aparición (entendamos esta palabra en el sentido fantasmático) del simulacro, la imagen sintética o protética, el acontecimiento virtual, el cyberspace y la confiscación y las apropiaciones o especulaciones que despliegan hoy en día potencias inauditas.[5]

Surgen entonces toda una serie de interrogantes: ¿cómo se ve afectada la relación de los derechos humanos con el poder mediático? ¿Qué tipo de vida cultural y democrática anuncia la era del acceso y de la pantalla global? ¿Y cuál es la violencia provocada a todas nuestras representaciones por la inmersión forzada del poder mediático? Pues es inevitable no darse cuenta: que se trata de una violencia viral que opera desde las pantallas, las redes, los semblantes y lo virtual, y que apunta hacia el cuerpo de los ciudadanos. Las propagandas y la guerra sucia mediática que han operado en América Latina y el mundo han sido prueba de ello.

En nuestro contexto histórico, la política es fundamentalmente una política mediática. El proceso de comunicación influye decisivamente en la forma de construir las relaciones de poder en todos los campos de las prácticas sociales, incluyendo la práctica política. La política mediática es la forma de hacer política a través de los medios de comunicación, con la creación de imágenes y mensajes:

Tampoco significa que los medios de comunicación ostenten el poder. No son el Cuarto poder. Son mucho más importantes: son el espacio donde se crea el poder. Los medios de comunicación constituyen el espacio en el que se deciden las relaciones de poder entre los actores políticos y sociales rivales. Por ello, para lograr sus objetivos, casi todos los actores y los mensajes deben pasar por los medios de comunicación. Tienen que aceptar las reglas del juego mediático, el lenguaje de los medios y sus intereses.[6]

En los años sesenta, con la ampliación de las fronteras de la televisión, se pensó que la pantalla haría de velo, sería una barrera entre el individuo y la realidad, siendo ésta un tabique de separación, filtro de ilusión, de engaño, de propaganda, y de cortina de humo[7]. Sin embargo con la comunicación de red sucedió algo distinto. Internet se alzó como interfaz general que comunica con el mundo, proporciona información incesante, da la oportunidad de expresarnos y dialogar, jugar y trabajar, comprar y vender:

La red de las pantallas ha transformado nuestra forma de vivir, nuestra relación con la información, con el espacio-tiempo, con los viajes y el consumo: se ha convertido en un instrumento de comunicación y de información, en un intermediario casi inevitable en nuestras relaciones con el mundo y con los demás. Vivir es, de manera creciente, estar pegado a la pantalla, y conectado a la red.[8]

Y así como las tecnologías de la información pueden ponerse al servicio de la vigilancia, el control y la represión por parte de los aparatos de Estado, también pueden ser utilizadas por los ciudadanos para denunciar las violaciones cometidas por los gobiernos. Como lo señala Castells:

La comunicación a través del ordenador también se escapa del control del estado-nación, marcando la entrada en una nueva era de comunicación extraterritorial. La mayoría de los gobiernos parecen estar aterrorizados ante tal perspectiva.[9]

En este sentido, existe un papel fundamental de la tecnología dentro del proceso de transformación social. Al respecto, la evolución de las tecnologías de comunicación facilito el surgimiento de otro tipo de sociedad, a la que Castells ha llamado “sociedad red”:

Un enfoque más constructivo para comprender el proceso de cambio histórico consiste en conceptualizar una nueva forma de sociedad, la sociedad red, formada por configuraciones concretas de redes globales, nacionales y locales en un espacio multidimensional de interacción social.[10]

Con las tecnologías de información y comunicación disponibles, la sociedad red puede desplegarse plenamente, trascendiendo los límites históricos de las redes como forma de organización e interacción social. Las redes tendrán la capacidad para introducir nuevos actores y nuevos contenidos en el proceso de organización social, con relativa independencia de los centros de poder[11]. Se podrán promover debates, plantear interrogantes, sembrar la duda, e incluso el temor. Un ejemplo de ello es Internet, que Castells considera como: “el tejido de nuestra vidas…Internet constituye actualmente la base tecnológica de la forma organizativa que caracteriza a la era de la información: la red”[12]. En efecto, con la difusión de Internet, surgió una nueva forma de comunicación interactiva que es la autocomunicación de masas que se caracteriza por:

la capacidad de enviar mensajes de muchos a muchos, en tiempo real o en un momento concreto, y con la posibilidad de usar la comunicación punto-a-punto, estando al alcance de su difusión en función de las características de a práctica comunicativa perseguida.[13]

Se genero así una ciberdemocracia, que deja espacio a un sujeto interactivo, a una comunicación individualizada, autoproducida y ajena al intercambio comercial[14]. Internet en este aspecto:

Permite a todos disponer de información hasta el infinito, retroactivar y tomar la palabra, el ciberespacio se presenta aquí como un instrumento que contribuye a renovar y ensanchar el espacio democrático, a devolver el poder a la sociedad civil, a que los ciudadanos sean más abiertos, más críticos, más libres.[15]

El suceso de las filtraciones del sitio Wikileaks es un caso ejemplar de autocomunicación de masas y contrapolítica. La ciberdemocracia hará una vigilancia, intervención y expresión que toma cuerpo sobre el fondo cada vez más erosionado de una democracia electiva. La información que proporciona Wikileaks ha dado pruebas documentales de los excesos cometidos por el departamento de EE.UU. en el mundo, y pone en la mesa algo que ya se sabía, pero de manera documentada. Y eso es lo paradójico del fenómeno Wikileaks, como lo menciona Robert Fisk:

¿Qué caso tiene enviar equipos de reporteros a investigar crímenes de guerra y reunirse con gargantas profundas militares si de pronto casi medio millón de documentos secretos van acabar flotando frente a uno en una pantalla.[16]

Más allá de que se revelen secretos o conspiraciones autoritarias de EE.UU., y las respuestas histéricas de los gobiernos y el linchamiento generalizado hacia el fundador Julian Assange, el fenómeno es importante, porque es un medio que escapa a los aparatos de poder. El problema clave es el acceso de los ciudadanos a la información de lo que hacen sus gobiernos, y la libertad de información en la era de Internet y la autocomunicación de masas. La represión hacia Wikileaks (a la que se sumaron corporaciones como PayPal, Visa, MasterCard y la banca suiza), es prueba de como: “En los años venideros, los estados-nación lucharán para controlar la circulación de la información de las redes de telecomunicaciones interconectadas a escala global”[17]. De ello hay que tomar en cuenta que Hillary Clinton anunció la creación de un puesto de coordinador de ciberseguridad, con el fin de proteger mejor los documentos secretos que se hallan en el sistema informático[18]. Estamos en el inicio de algo que Castells ha llamado una ciberguerra, la cuál: “no es una ciberguerra entre estados como se esperaba, sino entre los estados y la sociedad civil internauta”[19]. Internet es por lo tanto, el nuevo espacio en donde se librarán las batallas de emancipación de la sociedad por su derecho a la información y lucha contra la censura de los gobiernos.

Durante las manifestaciones que se llevaron acabo en Egipto durante Febrero de 2011, se supo de los esfuerzos del gobierno de Mubarak de anular el poder de las multitudes. Quizás la medida más desesperada del gobierno para tener el control de la población egipcia fue la gran desconexión de Internet y las redes móviles en el momento de mayor crisis. Pero sucedió que la medida fue inútil, la autocomunicación de masas en las redes sociales habían cumplido su cometido, y la gente había perdido el miedo al régimen. Este fue un acontecimiento vital, ya que el pueblo egipcio pasó del mensaje de texto del cyberspace, a tomar la palabra en el espacio urbano. Lo que muestra el poder de los movimientos sociales espontáneos en un entorno de comunicación digital. Recordemos que durante las protestas en Túnez, miles de personas se unieron a Facebook y otras redes sociales. El grupo más popular en Facebook se llamaba “Su gente se está quemando señor presidente”. Como lo anota Manuel Castells:

la conexión entre juventud y la cultura de Internet está en la raíz del nuevo poder popular: en Túnez, como en muchos países musulmanes, la mitad de la población tiene menos de 25 años.[20]

Hay una verdad política que se encuentra en las multitudes de Túnez y Egipto, y que es el de una la juventud árabe que buscó y propició el cambio. Fueron los jóvenes quienes rompieron la censura estatal, en la manera impulsar una comunicación libre y el debate de las circunstancias por Internet en Facebook, Twitter y otras redes sociales. Fue gracias a esta libre comunicación en las redes, lo que activo la indignación y las protestas. Se trata de un nuevo escenario sociopolítico creado por las tecnologías de comunicación, en donde la comunidad internauta encontró las estrategias alternativas para resistir la gran desconexión de Internet, de redes móviles y la recepción de Al Yazira. Los manifestantes se conectaron por varios procedimientos. La red de hackers Tor y organizaciones internautas como Telecomix difundieron números de teléfono internacionales para conectar a Internet mediante módem. Google y Twitter establecieron un sistema conjunto para conectar llamadas telefónicas internacionales a un sistema que enviaba el mensaje por Twitter y de ahí a fax. Proveedores de Internet europeos proporcionaron conexión gratuita mediante llamadas de teléfono (las líneas fijas no fueron cortadas). Teléfonos como Iphones se usaron como módems para conectar a Internet mediante llamadas internacionales por líneas de teléfono fijas que no se interrumpieron.

Ahora bien, la relación comunicación-poder es crucial en la actualidad, porque es parte de eso que llamaba Michael Foucault como biopolítica. Cuando Michael Hardt y Antonio Negri se preguntan cuál es la forma de producción que ha heredado el papel hegemónico de la industria, sostienen que es la producción inmaterial o biopolítica, y que se define por: “la producción de ideas, de información, de imágenes, de conocimientos, de códigos, de lenguajes, de relaciones sociales, de afectos”[21]. Entonces es crucial el papel que juegan los medios de comunicación en ésta posición hegemónica. En ese sentido la lucha que se libra hoy es entre dos formas de propiedad, entre la propiedad material y la propiedad inmaterial. Que es el conflicto entre lo común y la propiedad en como tal. El capitalismo global ha procurado privatizar esas dos formas de lo común, lo común “natural”, y lo común “artificial”. Esto se ve muy claro en el campo de los medios de comunicación, donde la tendencia es privatizar las ideas, las imágenes, los conocimientos, los códigos, los lenguajes y hasta los afectos. Sin embargo, por ser éstos inmateriales, es más difícil vigilar esa propiedad, y es muy sencillo compartirla y reproducirla. Sucede que todos estos bienes inmateriales ejercen una presión constante por escapar a los límites de la propiedad y hacerse comunes. La industria de la música y la industria del sowftware son claros ejemplos. Lo común de la comunicación se funda en el terreno de la lucha, que anima no solo la crítica de la realidad sino la constitución de otra realidad, que se forja a través de la resistencia y las prácticas de lo común. Es como lo llamaba Foucault “la insurrección de conocimientos…contra la centralización del poder”. Así tenemos que las experiencias de África del Norte y Medio Oriente de prácticas de lo común en la comunicación, como luchas contra la centralización del poder en los medios, y que demostró la creación de nuevas formas de organización colectiva. Lo común en ese sentido es una afirmación de singularidades. La producción colectiva de lo común genera conocimiento estratégico, subvierte los poderes dominantes y reorienta las fuerzas en una dirección determinada. Y lo que es fundamental, genera el proyecto de éxodo y liberación de las multitudes.


* Conferencia pronunciada en el Primer Encuentro Nacional por la Diversidad y la Calidad en los Medios de Comunicación organizado por la AMEDI el 6 de Abril de 2011.

[1] Para un estudio extenso de la noción de lo común. Véase Negri, Antonio y Hardt, Michael, Commonwealth, Cambridge, Harvard University Press, 2009.

[2] Lacan, Jacques, Seminario Las Psicosis, Argentina, Paidós, 1998, p. 126.

[3] Castells, Manuel, Comunicación y Poder, Madrid, Alianza, 2010, p. 23.

[4] Lipovetsky, Gilles y Serroy, Jean, La pantalla global, cultura mediática y cine en la era hipermoderna, Barcelona, Anagrama, 2009, p. 10.

[5] Derrida, Jacques, Espectros de Marx, Madrid, Trotta, 1998, p. 67.

[6] Castells, Manuel. Op. cit. p.262.

[7] Para un análisis de los medios de comunicación en esta época. Véase Matellart, Armand y Dorfman, Ariel, Para leer al pato Donald, comunicación de masa y colonialismo, México, Siglo XXI, 1979. Y Debord, Guy, La sociedad del espectáculo, Chile, Naufragio, 1995.

[8] Lipovetsky, La pantalla globa. Op. cit., p. 271.

[9] Castells, Manuel, La era de la comunicación: Economía, Sociedad y Cultura, México, Siglo XXI, 2001, Vol. 2, p. 286.

[10] Castells, Comunicación y poder…, op. cit., p. 44.

[11] Esta es un rasgo que destacó Foucault en sus análisis del poder: “El ejercicio del poder no es un hecho desnudo, un derecho institucional o una estructura que se mantiene o se destruye: es elaborado, transformado, organizado, se asume con procesos que están más o menos ajustados a una situación…Las relaciones de poder están enraizadas en el sistema de las redes sociales” (Foucault, Michel, El sujeto y el poder, Escuela de filosofía ARCIS, p. 19.).

[12] Castells, Manuel, La galaxia Internet, España, Plaza & Janés, 2001, p. 15.

[13] Castells, Comunicación y poder…, op.cit., p. 88.

[14] Al respecto, cabe destacar la publicación del Manifiesto Periodismo y Derechos Humanos en Gijon España, el 18 de Julio de 2008. El documento destaca que: La declaración Universal de los Derechos

Humanos debe de ser el marco ético del periodismo. www.manifiestoperiodismoyderechoshumanos.com.

[15] Lipovetsky, La pantalla global…, op. cit., p. 274.

[16] Fisk, Robert, La vergüenza de EU al descubierto, La jornada (México, D.F.), 24 de Octubre de 2010, p.25.

[17] Castells, La era de la comunicación…, op.cit., p. 287.

[18] Reuters, La jornada (México, D.F.), 17 de Diciembre de 2010, p.3.

[19] Castells, Manuel, La ciberguerra de Wikileaks, La Vanguardia (España) 11 de Diciembre de 2010.

[20] idem, La wikirrevoluciín del jazmín, La Vanguardia (España) 29 de Enero de 2011.

[21] Hounie, Analía (comp.., ed.), Sobre la idea del comunismo, Argentina, Paidós, 2010, p. 133.